Nuestro silencio es igual a la paz que se produce entre dos guerras. No es
realmente la paz, sino la preparación para la próxima guerra. ¿Cómo puede ser paz la que se interpone entre dos guerras? La guerra simplemente se produce en forma velada; es una guerra fría, y no la paz. Nuestro silencio es de este tipo. Entonces, coméntale al maestro: "No puedo quedarme callado y no puedo hablar; dime qué hacer." No te lances solo, pues hagas lo que hagas estará mal. El diálogo o el silencio, hagas lo que hagas estará mal. Déjalo en las manos del maestro y pregúntale qué se supone que debes hacer. Si te dice que hables, hazlo. Si te dice que te calles, trata de permanecer en silencio. Él sabe y sólo te pedirá lo que te resulte posible. Finalmente te pedirá lo imposible, pero nunca al comienzo. Te pedirá lo imposible al final, porque entonces también se habrá vuelto posible. Pero, al comienzo, sólo pedirá lo posible. Poco a poco, te empujará hacia el abismo final donde se produce lo imposible. Si dice que hables, hazlo. Entonces, hasta tu charla servirá. Pero entonces en verdad no estarás preguntando, sino hablando a modo de catarsis. Estás sacando tu mente afuera, estás exponiendo tu mente. Te estás abriendo. No estás preguntan-do, sino que te estás exponiendo. Esta exposición servirá. Te aliviarás de un gran peso. Cuando un maestro está cerca de ti, si realmente puedes ser sincero y decir todo lo que se te ocurra, por más que sea irrelevante, incoherente, sin preocuparte por ti mismo, sin controlarlo ni manejarlo... Cuando un maestro está cerca de ti, puedes decir cualquier cosa que se te ocurra. Se transformará en algarabía. Si no lo consigues, será como la conversación de un loco. Pero, cuando el maestro está cerca de ti, si eres franco, sincero y veraz, y expones tu mente, el maestro incursionará en ti por la puerta del fondo. Por la puerta de adelante, tu mente está saliendo; por la puerta de atrás, el maestro se está metiendo en ti. Entonces, cuando te acerques a mí, en el prado, sé sincero y veraz. No hagas preguntas intelectuales: no sirven. La metafísica es lo más inútil del mundo. No hagas ninguna pregunta metafísica. No son reales; no te pertenecen. Tal vez las hayas escuchado, o leído, pero no forman parte de ti. Arroja tus ideas carentes de sentido, cualesquiera que sean. Y no intentes manejarlas. No trates de racionalizarlas y pulirlas. Déjalas existir tan crudas como se pueda porque, ante un maestro, debes estar desnudo. No tienes que usar ropa y no debes esconderte. Eso es una exposición y, si puedes hablar como una revelación y no como un interrogatorio (abriendo tu corazón, sin pedir nada), entonces se producirá el silencio pues, cuando has expuesto tu mente y has pasado por un proceso catártico, el silencio te llega. Ésta es otra especie de silencio y no es un silencio forzado, controlado, no es un silencio que implique algún esfuerzo de tu lado.
Osho . El Dios de todos .