A Dios no se le puede conocer mediante conocimientos, a Dios se le conoce mediante
la claridad. A Dios no se le conoce mediante la listeza, ni mediante la astucia, sino mediante la inocencia. La inocencia es la claridad. Por eso dice Jesús: «A menos que seáis como niños pequeños, no entraréis en mi reino de Dios.» ¿Qué quiere decir? Quiere decir simplemente: a menos que estés tan claro como un niño pequeño cuyo cielo interno aún no está nublado, cuyo espejo todavía no tiene nada de polvo, cuya percepción es absolutamente pura... Ve las cosas como son, no las distorsiona, no tiene ningún interés en distorsionarlas, no proyecta, simplemente ve lo que hay, es un espejo pasivo: eso es la claridad. Lu-Tsu dijo: «Si todavía no te queda claro, te lo aclararé con la triple contemplación budista...» Esta triple contemplación budista es una de las mayores estratagemas de meditación. Recuerda: es una estratagema, no es una filosofía. Si piensas que es una filosofía, no lo habrás entendido en absoluto. Y eso es lo que ha sucedido: a lo largo de los tiempos se han escrito grandes tratados sobre la filosofía budista, y eso es una tontería, porque Buda no es un filósofo. No ha enseñado ninguna filosofía en absoluto. En realidad era muy antifilosófico. Era su proceder habitual: cada vez que entraba en una población, sus discípulos iban delante de él anunciándole a la gente: «Por favor, no le hagáis preguntas filosóficas al Buda.» Había hecho una lista de once preguntas; esas once preguntas contienen toda la filosofía: sobre Dios, sobre la creación, sobre la reencarnación, sobre la vida después de la muerte y todo eso. En esas once preguntas está contenida toda la filosofía posible. No puedes hacer ninguna pregunta si miras esa lista de once preguntas. Esa lista se enunciaba en el poblado: «¡Por favor, no le hagáis estas preguntas al Buda, porque no es un filósofo, no es un metafísico, no es un pensador! Ha venido aquí como médico, no como filósofo. Si tus ojos están ciegos, él tiene medicina. Si tus oídos están sordos, él es cirujano.» Buda ha dicho una y otra vez: «Soy un médico»; pero ha surgido gran filosofía en su nombre, y las palabras que usó como estratagemas se han convertido en doctrinas filosóficas. Por ejemplo, el vacío: ahora hay escuelas budistas que dicen que éste es un principio fundamental: que todo está vacío. Es simplemente una estratagema, no dice nada acerca de la existencia. Dice simplemente algo acerca de tu mente. Te ayuda a aclararte, eso es todo. A Buda no le importa la existencia, a Buda le importa tu claridad, porque dice: «Si estás claro, sabrás lo que es la existencia.» ¿Y qué sentido tiene hablar de la existencia? Es absolutamente fútil. Es como si le estuvieras hablando de la luz y los colores y el arco iris y las flores a un ciego: es absolutamente absurdo. No puedes hablarle del amanecer al ciego y no puedes hablarle de la luz plateada de la luna a un ciego. No puedes decirle que los árboles son verdes, porque «verde» no tendrá ningún sentido para él. Oirá la palabra; de la misma manera que tú oyes la palabra «Dios», oirá la palabra «verde»: ni tú entiendes ni él entiende. Simplemente por haber oído la palabra una y otra vez no tengas la idea, la idea estúpida, de que entiendes lo que es Dios. A Dios hay que verlo para entenderlo. No hay otra manera. Y el verde hay que verlo para entenderlo. No hay otra manera.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .