Pero la calidad del silencio es lo importante. Una mente muy pequeña puede estar muy
tranquila porque tiene su propio pequeño espacio donde se mantiene quieta; ese pequeño espacio, con su pequeña quietud, es la cosa mas muerta imaginable ustedes saben lo que es. Pero una mente con espacio ilimitado que posea esa quietud, ese silencio, no tiene el centro del “yo”, del “observador” y, por lo tanto, es del todo diferente. En ese silencio no existe el “observador” en absoluto; esa calidad de silencio tiene un vasto espacio sin fronteras y está intensamente activa. La actividad de ese silencio es completamente distinta de la actividad egocéntrica. Si la mente de un hombre ha ido tan lejos (y en realidad no está tan lejos, está siempre ahí si uno sabe mirar), quizás entonces allí esté, sin ser invitado, lo que el hombre ha buscado por siglos: Dios, la verdad, lo inconmensurable, lo innominado, lo intemporal. Ese es un hombre bienaventurado, para él son la verdad y el éxtasis.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .