Una vez, unos cazadores se internaron en las profundidades de un oscuro bosque y encontraron
una cabaña en la que un ermitaño estaba orando ante una cruz de madera. Su rostro brillaba de felicidad. «Buenas tardes, Hermano. Que Dios nos dé una buena tarde. Pareces muy feliz.» «Siempre soy feliz.» «¿Eres feliz viviendo en esta oscura cabaña haciendo penitencia? Nosotros tenemos de todo y no somos felices. ¿Dónde encontraste la felicidad?» «La encontré aquí, en esta cueva. Mirad por el agujero y vislumbraréis mi felicidad.» Y les mostró una pequeña ventana. «Nos has engañado, porque lo único que vemos son unas ramas de un árbol.» «Mirad otra vez.» «Lo único que vemos son unas ramas y un poco de cielo.» «Ésa», dijo el ermitaño, «es la razón de mi felicidad: tan solo un poco de cielo».
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .