Buda se esforzó durante seis años; trabajó duramente. Creo que nadie ha trabajado tan duro.
Hizo todo lo que se le dijo, todo lo que oyó que se podía hacer, todo lo que pudo acopiar de cualquier parte. Fue a todo tipo de Maestros y se esforzó real y arduamente: sinceramente, seriamente. Pero luego, un día, tras seis años de desgaste, cayó en la cuenta del hecho de que no iba a suceder de esa manera, que «Cuanto más me esfuerzo por ello, más soy». Ese día se relajó. Abandonó toda la búsqueda. Y esa misma noche..., y de nuevo era una noche de luna llena. La luna llena tiene algo que ver con ello: la luna llena afecta a tu corazón tan profundamente como afecta al océano. La luna llena te enardece hacia la belleza y la beatitud. Crea algo en ti..., un elixir. Te vuelve tan sensible que puedes ver cosas que nunca has visto antes. Era una noche de luna llena. Buda relajado, absolutamente relajado, durmió por primera vez; porque cuando estás buscando algo, ¿cómo vas a dormir? Incluso mientras duermes continúa la búsqueda, el deseo sigue creando sueños. Ahora todo había fracasado. Había visto el mundo, el reino, las alegrías y los sufrimientos del amor y la relación, la agonía y el éxtasis del cuerpo, de la mente; y luego había sido un asceta, un monje, había seguido muchos caminos... También había visto eso. Había visto el llamado mundo y había visto el llamado mundo no-mundano, y ambos habían fracasado. Ahora no había ningún sitio al que ir, ni un solo centímetro para moverse. Todo deseo había desaparecido. Cuando uno está tan desesperado, ¿cómo va a desear? Deseo significa esperanza. Deseo significa que todavía se puede hacer algo. Esa noche, Buda llegó a saber que no se puede hacer nada, nada en absoluto. Ve esto, tiene una tremenda belleza: no se puede hacer nada, nada en absoluto. Se relajó. Su cuerpo debió de estar en un estado de dejarse ir, su corazón en un estado de dejarse ir. Ningún deseo, ningún futuro: este momento lo era todo. Y era una noche de luna llena, y durmió profundamente, y por la mañana, cuando se despertó, no solo despertó de su sueño ordinario, despertó del sueño metafísico en el que todos vivimos. Despertó. Solía decirles a sus discípulos: «Trabajé duramente y no lo alcancé, y cuando había desechado la idea misma del trabajo, entonces lo alcancé.» Por eso a mi trabajo lo llamo «el juego». Tienes que estar en un estado paradójico. Ése es el significado de la palabra «juego». Trabajas muy seriamente, como si mediante el trabajo fuera a suceder algo, pero nunca sucede mediante el trabajo. Solo sucede cuando desaparece el trabajo y surge el espíritu del juego, surge la relajación; y tampoco es una relajación cultivada, sino una relajación que es fruto de comprender que: «En todo lo que puedo hacer, mi "yo" seguirá persistiendo; todo lo que puedo hacer seguirá alimentando a mi ego, y el ego es la barrera. De manera que hacer es mi perdición.» Al ver esto, el hacer se evapora. Y cuando no hay ningún hacer, ¿cómo va a existir el que hace? Cuando se va el hacer, el que hace le sigue como una sombra. Y entonces te quedas... total, entero, en la totalidad, parte de este juego cósmico. Eso es la iluminación. Estos sutras tiene un valor tremendo. Medita sobre ellos.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .