Como ha llegado el hombre a ser el ente complejo que es y por qué
hay cuestiones a las que ni la ciencia ni la religión ofrecen respuesta concluyente? Este pensador inmortal, poseyendo tan vastos poderes y posibilidades todos suyos por razón de su conexión íntima con todo aspecto secreto de la Naturaleza, de la cual él está constituído, se encuentra erguido sobre la cumbre de una inmensa y silenciosa evolución. El pregunta por qué la Naturaleza existe, lo que el drama de la vida tiene por finalidad, y cómo ese objetivo puede ser logrado. Pero ambos, la Ciencia y la Religión, fallan en dar una respuesta razonable. La Ciencia no pretende estar en condiciones de dar la solución, declarando que la investigación de las cosas, tal como son, es tarea suficiente; la religión ofrece una explicación que es tan ilógica como carente de significado, y solamente aceptable al fanático, ya que requiere que consideremos la Naturaleza toda como un misterio, y pretende buscar el sentido y propósito de la vida, con todas sus amarguras, en el placer de un Dios que no puede ser encontrado en ninguna parte. Una mente cultivada e investigadora, sabe que la religión dogmática tan sólo puede dar una respuesta inventada por el hombre, aunque pretendiendo que proviene de Dios. ¿Para qué entonces existe el universo y para qué ulterior propósito se halla el hombre, el Pensador inmortal, dentro de esta evolución? El objetivo es la experiencia y la emancipación del alma, con el propósito de elevar la masa entera de materia manifestada a la estatura, naturaleza y dignidad de Divinidad Consciente. El gran designio es el de lograr la autoconsciencia, no a través de una raza o una tribu, o de alguna nación favorita, sino por y a través del perfeccionamiento - después de su transformación - de la masa total de materia, así como también de lo que nosotros ahora denominamos alma. Nada es ni será excluído. La meta para el hombre actual es su iniciación en el completo saber; y para los otros reinos inferiores a él, el que puedan ser elevados gradualmente, de plano en plano, hasta ser con el tiempo también iniciados. Esta es la evolución elevada hasta su más alta potencia; éste es un prospecto magnífico, que transforma al hombre en un dios y le da a cada parte de la naturaleza la posibilidad de llegar a convertirse en uno, algún día. Hay fuerza y nobleza en esta teoría, porque en ella ningún hombre es empequeñecido o rebajado, ya que ningún ser es tan originalmente pecador e impuro que no pueda elevarse por encima de todo pecado. Considerado desde el punto de vista materialista de la Ciencia, la evolución abarca la mitad de la vida; mientras que el concepto religioso de la evolución, es una mezcolanza de absurdos y temores. Las religiones de hoy en día retienen siempre el elemento del temor, y al mismo tiempo se imaginan que un ser Todopoderoso no puede pensar acerca de ninguna otra tierra o globo sino éste, al cual gobierna de manera muy imperfecta. Pero la antigua doctrina teosófica hace del universo un conjunto vasto, completo y perfecto. Ahora bien, desde el momento en que nosotros postulamos la existencia de una doble evolución, física y espiritual, tenemos que admitir al mismo tiempo que tal evolución tan sólo puede ser llevada a cabo por medio de la reencarnación. Esto está, en efecto, demostrado por la ciencia. Se ha demostrado que la materia de la tierra y de todas las cosas físicas que en ella existen, estuvo en una época en estado gaseoso o fluído; que la misma se enfrió que sufrió cambios; que de sus alteraciones y evoluciones se generó al fin la gran variedad de cosas y de seres. Esto, en el plano físico significa transformación o cambio de una forma a la otra. La masa total de materia es casi la misma que al comienzo de la formación de este globo, concediéndosele una ínfima adición debida a polvo estelar y aerolitos. En consecuencia, la materia debe haber sido cambiada repetidas veces y, por tanto, haber sido físicamente reformada y reincorporada. Desde luego, para ser estrictamente exactos, nosotros no deberíamos emplear la palabra reencarnación, porque "encarnar" se refiere a la carne. Digamos pues, "reincorporada", y entonces vemos que para ambos, la materia y el hombre, ha habido un constante cambio de forma y esto es, ampliamente hablando, "reencarnación".
William Judge . El Oceano de la Teosofia .