Hay una cabaña muy alta entre los cerros, un tanto aislada pese a que hay

allí otras cabañas. La cabaña está en medio de esos maravillosos viejos árboles gigantes, las secoyas . Se dice que algunas de ellas han existido desde el tiempo de los antiguos egipcios, quizá desde Ramsés II. Son árboles realmente maravillosos. Su corteza es de color rosado y brilla al sol de la mañana Estos árboles no pueden quemarse; la corteza resiste el fuego, y uno puede ver donde los viejos indios hacían hogueras alrededor del árbol; la oscura marca del fuego aún está ahí. Son realmente muy gigantescos en tamaño, sus troncos son enormes, y si uno se sienta muy quietamente bajo ellos a la luz de la mañana, con el sol en medio de las copas de los árboles, todas las ardillas que se encuentran ahí vendrán muy cerca de uno. Son muy inquisitivas, igual que los grajos, porque también hay grajos aquí, pájaros azules, muy azules, siempre listos para increparlo a uno preguntándole por qué está ahí, diciéndole que está perturbando el área que les pertenece, y que uno debe irse lo más rápidamente posible. Pero si uno permanece inmóvil observando, contemplando la belleza de la luz solar entre las hojas en el aire quieto, entonces ellos lo dejarán tranquilo, lo aceptarán igual que las ardillas.

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

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