Efectivamente, el hombre nuevo es el que guarda cuidadosamente en él la palabra del Señor,

por miedo a que la lleve a otra parte. Trabajará día y noche para conservar en su corazón el calor del espíritu y para conservar su luz en los tesoros de su inteligencia. Verá el cuerpo del hombre como un vaso de un metal resistente, que soporta el fuego sin romperse ni fundirse. Se dirá: antes de que yo hubiese recibido de forma sensible para mí este nacimiento espiritual que me ilumina con tanta fuerza sobre mi verdadera naturaleza, el Señor me colmaba de bienes. ¿Cómo va a abandonarme, después de haberme dado la existencia? Él me ha enseñado a distinguir la alegría que disfrutamos en él; ¿cómo no vamos a venir todos por completo para disfrutarla? ¿Cómo vamos a contentarnos con la alegría que no depende nada más que de las imágenes, cuando podemos disfrutar de la alegría de las realidades y, sobre todo, cuando se nos ofrecen las imágenes como si estuviesen en el fondo de un abismo y en el seno de las tinieblas más profundas?.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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