»Cuando existe esta división, esta separación, hay miedo. Entonces surge el esfuerzo por superarlo, y
con él la búsqueda de consuelo, de la satisfacción que brinda un sentimiento de continuidad. (Estamos hablando del mundo psicológico, no del mundo físico o técnico). Es el tiempo el que ha formado el yo, y el pensamiento es el que sostiene al ego, al sí mismo. ¡Si tan sólo pudiéramos captar realmente la significación del tiempo y de la división, de la separación psicológica del hombre contra el hombre, de la raza contra la raza, de un tipo de cultura contra otro! Esta separación, esta división como el vivir y el morir, es producida por el pensamiento y el tiempo. Y vivir una vida junto con la muerte, sin separarlas, implica un cambio profundo en toda nuestra perspectiva de la existencia. Terminar con el apego sin tiempo ni motivo alguno, es morir mientras vivimos. »En el amor no existe el tiempo. No es mi amor opuesto a su amor. El amor nunca es personal; uno puede amar a otro ser humano, pero cuando ese amor se limita, cuando se reduce a una sola persona, entonces deja de ser amor. Donde verdaderamente hay amor, no existe la división del tiempo, del pensamiento todas las complejidades de la vida, toda la desdicha y la confusión, las incertidumbres, los celos, las ansiedades que implica esa división. Tenemos que dedicar muchísima atención al tiempo y al pensamiento. No es que uno deba vivir sólo en el presente, eso sería completamente absurdo. El tiempo es el pasado, que se modifica y prosigue como el futuro. Es un continuo, y el pensamiento se aferra, se adhiere a esto. Se adhiere a algo que él mismo ha creado, ha fabricado.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .