He oído un incidente que le sucedió al antiguo embajador Ellis cuando estaba comisionado en

Grecia. Tanto él como su secretaria habían estado preocupados por un plazo límite que se aproximaba. Él tenía que volar a Roma para ofrecer un informe ante una conferencia de seguridad europea. Ella, una muchacha sana y regordeta de veintitrés años, estaba a dos días de casarse con un apuesto guarda de la Marina tras seis meses de noviazgo. Naturalmente, su mente estaba más ocupada con el estado de su ajuar que con el estado del gobierno griego. El embajador Ellis estaba intentando acabar su escrito sobre Grecia antes de apresurarse al aeropuerto. Había titulado su estudio —un informe que decía que la situación política era más convulsa que la económica— «No solo de pan vivirá el hombre». Antes de tener la oportunidad de revisar el texto, tuvo que correr al aeropuerto de Atenas. Dejó dicho que debían enviar el discurso por teletipo a la embajada de Roma, para que pudieran mecanografiarla para su distribución en la conferencia del día siguiente. Cuando llegó a Roma, fue recibido por un grupo de oficiales de Asuntos Exteriores que le llevaron al hotel para dar su discurso. Estaban un poco perplejos por el título impreso del informe. El embajador Ellis miró una de las copias que habían pasado por la multicopista. En la versión de la futura esposa, el dicho bíblico que había dictado el embajador ya no decía «No solo de pan vivirá el hombre», sino «No solo en la cama amará el hombre».

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

Índice