Pone la constancia al oriente, pone la purificación al occidente, pone la confianza al norte,
pone la santa audacia al mediodía y así camina hacia su obra, siempre en medio de las virtudes. No se deja debilitar ni siquiera por las ternuras de sus hermanos que quieren retenerlo e impedir que vaya a Jerusa- lén, donde tiene que sufrir y morir. Sólo conoce las cosas del cielo y «se queja mucho a sus hermanos de que no renuncien a ellos mismos para seguirlo y de que sólo tienen gusto por las cosas de la tierra. ¿De qué serviría al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo? ¿Por qué cambio se podría resca- tar, cuando venga el hijo del hombre en su gloria, con sus ángeles, para dar a cada uno según sus obras?.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .