El Tao, el gran Uno indiviso, genera dos principios de la realidad opuestos, lo oscuro

y la luz, yin y yang. Del yin viene el principio receptivo femenino; del yang viene el principio creativo masculino; del yin viene ming, la vida; del yang, hsing o la naturaleza humana. Cada individuo contiene una mónada central que, en el momento de la concepción, se divide en vida y naturaleza humana, ming y hsing. En la existencia corporal personal del individuo están representadas por otras dos polaridades, el anima y el animus. Durante toda la vida del individuo, estas dos están en conflicto, cada una de ellas persiguiendo el dominio. Si la energía vital fluye hacia abajo, es decir, sin estorbo ni obstáculo hacia el mundo externo, el anima vence sobre el animus; no se desarrolla ninguna Flor Dorada. Si la energía vital es conducida mediante el proceso del «flujo hacia atrás», es decir, conservada, y haciendo que «suba» en vez de permitir que se disipe, el animus ha salido victorioso. Un hombre que se mantiene en el camino de la conservación durante toda la vida puede alcanzar la fase de la Flor Dorada, que entonces libera al ego del conflicto de los opuestos, y se vuelve de nuevo parte del Tao, el gran Uno indiviso.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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