La primera de estas cualidades es el discernimiento entre lo real y lo irreal; cualidad

que ya ha despuntado en el alma del discípulo, puesto que es la que le condujo a la entrada del sendero que seguirá en adelante. La distinción se acentúa entonces cada vez con más claridad en su espíritu, y llega gradualmente a liberarte en gran parte de las trabas que le sujetan; pues la segunda cualidad, la indiferencia por las cosas exteriores, es consecuencia natural del discernimiento que con toda claridad evidencia su poca valía. El neófito aprende, que la laxitud que roba a su existencia todo su sabor, se debía a las decepciones constantemente procedentes de buscar su satisfacción en lo irreal, cuando únicamente lo real puede satisfacer el alma. Aprende que todas las formas son ilusorias, que están desprovistas de estabilidad, que se transforman incesantemente bajo el impulso de la vida, y que nada hay de real en el mundo son la vida Una, inconscientemente buscada y amada bajo los múltiples velos que la ocultan a nuestra vista. Al discernimiento estimulan de un modo enérgico las múltiples vicisitudes, el torrente de circunstancias bruscamente variables, en medio de las cuales se encuentra envuelto ordinariamente el discípulo, al objeto de hacerle sentir con más intensidad la instabilidad de las cosas externas.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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