Los gritos y lamentos ruidosos producen sobre ella penosa impresión y pueden perturbar el mantenimiento

de su impresión. Es desde luego a la vez impertinente y egoísta interrumpir por el disgusto de una pérdida personal, la calma que le debe ayudar y apaciguar. La religión ha prescripto sabiamente oraciones para los agonizantes, porque mantienen la calma y provocan aspiraciones desinteresadas que ayudan al moribundo. Como todo pensamiento amante, contribuyen a defender y proteger.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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