¿Cuándo puede disfrutar de la vista el niño que acaba de nacer? Cuando la luz
ha sabido hacerse día en él e insinuar en sus ojos una porción de ella misma, sobre la que va a reaccionar en lo sucesivo: hasta entonces, está en tinieblas. Lo mismo ocurre con los demás sentidos, en relación con la fuerza que debe moverlos, así como con todos los sentidos de nuestro espíritu y de nuestro corazón. Hubiésemos quedado para siempre en el embotamiento de todas las facultades de nuestro ser natural, si el Divino libertador que ha sido glorificado no hubiese disuelto todos los vapores nocivos que obstruían todos nuestros órganos. No habría inteligencia, ni tacto, ni movimiento, ni vida en nosotros, si este agente supremo no hubiese lanzado a cada uno de nuestros órganos interiores y ocultos uno de sus rayos vivificadores, sobre los que quiere después asaetar continuamente su acción, para mantenernos con él en esta actividad Divina, de la que él es la fuente y en la que nos ha llamado a participar con él.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .