Ése es el cordero sin mancha que se ha inmolado en ti desde el principio
de tu mundo particular, lo mismo que el cordero divino se ha inmolado desde el principio del mundo general, para la redención de la universalidad de los seres humanos. Ese es el cordero que se ha engendrado en ti por el espíritu, lo mismo que el reparador fue engendrado por Dios. Finalmente, ése es el cordero cuya crucifixión te es tan necesaria e indispensable para llevar a cabo tu renacimiento particular, como podía ser la crucifixión corporal del reparador para llevar a cabo el renacimiento de toda la familia humana.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .