La humildad es necesaria para preguntarse: ¿Puede una mente, que ha vivido por diez mil
años, hallarse alguna vez en un estado donde el dolor jamás pueda alcanzarla? Para formularnos esta pregunta y encontrar esa cualidad de completa inocencia de la mente, tenemos que comprender toda la estructura y naturaleza de la experiencia. El hombre ha tenido, y tiene todos los días, a cada minuto, miles y miles de experiencias; no puede evitar la experiencia, está ahí le guste o no, hace impacto sobre su mente, ya sea consciente o inconsciente de ello. ¿Puede esta mente, que es el resultado del tiempo, de la tradición, de la inenarrable desdicha del hombre, puede alguna vez estar libre de la experiencia? Muy desafortunadamente, creemos que la experiencia es necesaria, pensamos que debemos tener multitud de experiencias de toda clase a fin de enriquecer la mente, para que la mente se vuelva dúctil, clara, después de haber pasado por tantas cosas, de haber leído tanto y haber vivido tanto. Pensamos que la experiencia, grande o pequeña, es una parte esencial de la vida; exigimos constantemente más experiencias: la experiencia del sexo, de Dios, de la virtud, de la familia, de los viajes... y soportamos la diaria, monótona y aisladora experiencia que tenemos cuando estamos a solas con nosotros mismos. Hemos aceptado este modo de vivir.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .