Después imaginativamente, me tendí en un jardín y me puse a observar una brizna de
hierba. Ya sabéis que al brotar la hierba, medra absolutamente en una sola brizna y después ahíja en dos o tres hojuelas. Yo creía ser esta brizna que aún no había ahijado. Después me pareció sentir como la brizna brotaba del seno de la tierra y la savia ascendía por ella y se separaban las hijuelas, y era yo cada una de ellas. Al volver en mí me dije: No deseo en mi vida otra cosa que la capacidad de perder el sentimiento del yo separado, porque entonces seré capaz de olvidar el “yo” e identificarme con el resto del mundo, con cada uno de los reinos vegetal, animal y humano. Entonces estaré más cerca de la Verdad, más cerca de la perfección. Lo que en el camino se interpone es el separado yo, la estrecha sujeción del yo y la división que establece.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .