La vida no es el resultado del funcionamiento de los órganos, ni tampoco cesa o
se pierde cuando el cuerpo se disuelve. La vida es un principio universalmente interpenetrante; es el océano dentro del cual flota la tierra, e igualmente interpenetra nuestro globo y todos los seres y objetos que en él se encuentran. La vida labora incesantemente sobre nosotros y a nuestro alrededor, latiendo contra y a través de nosotros eternamente. Cuando ocupamos el cuerpo, empleamos simplemente un instrumento más especializado que cualquier otro para tratar con ambos, Prana y Jiva. Estrictamente hablando, Prana es aliento, y puesto que el aliento es necesario para el sostenimiento de la vida en el mecanismo humano, aliento es la palabra más aceptable. Jiva, significa "vida" y también se aplica al alma viviente, porque la vida en general se deriva de la misma Vida Suprema. Jiva, por lo tanto, se presta a una aplicación general, mientras que Prana es más específica. No se puede decir que uno posea una cantidad determinada de esa Energía Vital, ya que ésta regresaría a su fuente original si el cuerpo fuese incinerado, sino más bien debería decirse que esa Energía trabaja con cualquiera que sea el volumen de materia en él; nosotros, por decirlo así, secretamos o usamos esta Energía Vital mientras vivimos, porque, estemos vivos o muertos la Energía Vital está siempre allí: durante la vida, entre nuestros órganos, sosteniéndolos; en la muerte, entre las innumerables criaturas que surgen de nuestra destrucción corporal. Nos sería tan imposible deshacernos de esa Energía Vital como lo sería el erradicar el aire en que flota el pájaro, y lo mismo que el aire, ella también ocupa todos los espacios del planeta, de modo que en ninguna parte podemos perder su beneficio ni tampoco evadir su aplastante poder final. Pero para obrar sobre el cuerpo físico, esta vida - Prana - necesita un vehículo, un instrumento o un conductor, y este vehículo es el cuerpo astral.
William Judge . El Oceano de la Teosofia .