Cuando ha preparado así al hombre y éste no la ha contrariado en sus de-
signios, transporta al espíritu del hombre a la morada de esta luz, donde él ha tenido su origen, y allí el hombre bebe largos tragos de las dulzuras que co- rresponden a su existencia. Los bebe sin problemas y sin inquietud, como la propia sabiduría, porque, con los cuidados que ella le ha dado, su corazón se ha hecho puro, como ella, e independiente de los movimientos tan inseguros de la frágil rueda del tiempo. Al encontrarse para él lo de arriba y lo de abajo en una analogía perfecta, siente que la paz que encuentra en estas regiones invisibles está también dentro de él. No sabe si su interior está en este exterior divino o si este exterior divino está en su interior. Lo que sí nota es que todo esto no parece ser más que una sola cosa para él, que todas estas cosas y él tienen el aspecto de no ser más que una sola y misma cosa.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .