Al estudiar el mundo que nos rodea, observamos que podemos encaminar nuestros pensamientos por diversas
vías que nos llevan a la misma meta de la reencarnación. Ya hemos determinado las inmensas diferencias que separan al hombre del hombre, las cuales implican un pasado evolucionario detrás de cada alma; y hemos llamado la atención sobre tales diferencias en cuanto distinguen entre la reencarnación individual del hombre (el cual constituye una sola especie), y la reencarnación de las almas en grupos monádicos, que corresponden a los reinos inferiores. Las diferencias relativamente pequeñas que separan los cuerpos físicos de los hombres, reconocibles todos externamente como tales hombres, deben compararse con las diferencias inmensas que al salvaje inferior separan del tipo humano más noble en capacidad intelectual y moral. Muchas veces vemos salvajes de un desarrollo físico espléndido y con grandes masas cerebrales; pero ¡cuanto difieren en mentalidad de un filósofo o de un santo!.
Annie Besant . La sabiduría antigua .