Más adelante demuestra Paracelso que en el hombre late una “fuerza sidérea” emanada de los
astros, que constituye su forma astral. Esta fuerza sidérea, que pudiéramos llamar espíritu de la materia cometaria, permanece directamente relacionada con los astros de que procede y así quedan los hombres en mutua atracción magnética. Considera también Paracelso, que el cuerpo humano tiene la misma composición química que la tierra y los demás astros, y dice así: “El cuerpo procede de los elementos y el alma de los astros... De los elementos saca el hombre en comida y bebida lo necesario para sustentar su carne y sangre; pero de las estrellas le viene el sustento de la mente y pensamientos de su alma”. Vemos corroboradas hoy estas afirmaciones de Paracelso, por cuanto el espectroscopio demuestra la identidad química entre el cuerpo humano y el sistema planetario, y los físicos enseñan desde la cátedra la magnética atracción del sol y de los planetas (6).
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .