«Antes que la llama de oro pueda arder con una luz inalterable, ha de

permanecer la lámpara bien guardada en un lugar al abrigo de todo viento». Expuesto a la variable brisa, oscilará el haz luminoso, y la trémula llama proyectará sombras engañosas, negras y siempre cambiantes sobre el blanco santuario del alma.

H.P. Blavatsky . La voz del silencio .

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