«Se os ha dicho que el corazón del hombre era la tierra donde Dios quería
sembrar continuamente la semilla. Por tanto, tenéis la cualidad de hacer que fermente y produzca, añadiéndole los jugos nutritivos y vegetativos de los que sois órgano y hogar. La verdad siembra en vosotros menos de lo que espera recoger, para dejaros la gloria y el mérito de haber colaborado en la obra y el derecho a reclamar vuestra retribución cuando llegue la cosecha. Ved hasta qué punto la tierra perecedera que habitáis da sus riquezas, sus frutos innume- rables, a cambio de unos cuantos granos de un trigo corruptible que el trabaja- dor siembra en su seno. Pensad qué inmensa cosecha debe producirse cuando se siembra en la tierra viva la semilla de la verdad eterna, sobre todo si no dejáis de sentir que es de Dios de quien proceden tanto la tierra viva como la semilla y el sembrador».
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .