Si después de estudiarla como es debido comparáramos las enseñanzas pitagóricas de la metempsícosis con
la moderna teoría de la evolución, hallaríamos en ella todos los eslabones perdidos en esta última; pero ¿qué sabio se avendría a desperdiciar el tiempo en lo que llaman quimeras de los antiguos? Porque, a pesar de las pruebas en contrario, dicen que, no ya las naciones de las épocas arcaicas, sino que ni siquiera los filósofos griegos tuvieron la más leve noción del sistema heliocéntrico. San Agustín, Lactancio y el venerable Beda desnaturalizaron con su ignorante dogmatismo las enseñanzas de los teólogos precristianos; pero la filología, apoyada en el exacto conocimiento del sánscrito, nos coloca en ventajosa situación para vindicarlos. Así, por ejemplo, en los Vedas encontramos la prueba de que 2.000 años antes de J. C., los sabios indos conocían la esfericidad de la tierra y el sistema heliocéntrico que tampoco ignoraba Pitágoras, por haberlo aprendido en la India, ni su discípulo Platón. A este propósito copiaremos dos pasajes del Aitareya Brâhmana (9): “El Mantra-Serpiente es uno de los que vio Sarparâjni (la reina de las serpientes). Porque la tierra (iyam) es la reina de las serpientes puesto que es madre y reina de todo cuanto se mueve (sarpat). En un principio, la tierra era una enorme cabeza calva (10). “Entonces vio la tierra este Mantra que confiere a quien lo conoce la facultad de asumir la forma que desee. La tierra “entonó el Mantra”, esto es, sacrificó a los dioses y por ello tomó jaspeado aspecto y fue capaz de producir diversidad de formas y mudarlas unas en otras. “Este Mantra comienza con las palabras: Ayam gaûh pris’nir akramît” (X-189). La descripción de la tierra en forma de cabeza calva, al principio dura y después blanda, cuando el dios del aire (Vayu) sopló en ella, demuestra que los autores de los Vedas, no sólo conocían la esfericidad de la tierra, sino también que en un principio era una masa gelatinosa que con el tiempo se fue enfriando por la acción del aire. Veamos ahora la prueba de que los indos conocían perfectamente el sistema heliocéntrico unos 2.000 años por lo menos antes de J. C.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .