La siguiente etapa se franquea cuando el sentimiento del deber está claramente establecido; cuando el
sacrifico de lo inferior a los superior se considera como bueno en sí, independientemente de todo estímulo de recompensa en otro mundo; cuando se reconoce la obligación de la parte hacia el todo; y en fin, cuando el hombre siente que la forma que existe para el servicio de los demás, debe en completa justicia a servir a su vez sin derecho alguno de recompensa. El hombre comienza entonces a comprender la ley de sacrificio como ley de la vida y a asociarse voluntariamente con ella. Comienza igualmente a distinguirse él mismo con su pensamiento de la forma que habita, para identificarse con loa vida evolucionante. Esto le lleva por grados a experimentar cierta indiferencia por todas las actividades de la forma, menos por las consistentes en deberes que cumplir, y acaba por considerarlas a todas como simples instrumentos para la utilización de energías vitales debidas al mundo y no como acciones cuyo móvil sea el logro de un resultado. El hombre se eleva así hasta el punto antes ya señalado en este estudio, punto en donde cesa de engendrar el Karma que le sujeta a los tres mundos, y en donde se unce a la rueda de la existencia porque es preciso que gire, pero no a causa de los objetos deseables que su revolución le pueda procurar.
Annie Besant . La sabiduría antigua .