Yo estoy lleno de odio. ¿Podría usted enseñarme a amar? Nadie puede enseñarle cómo amar.

Si a la gente pudiera enseñársele cómo amar, el problema del mundo sería muy sencillo, ¿no es así? Si pudiéramos aprender en un libro cómo amar, tal como aprendemos matemática, éste sería un mundo maravilloso; no habría odio ni explotación ni guerras ni división de ricos y pobres, y todos podríamos ser verdaderamente amigos unos de otros. Pero el amor no se obtiene tan fácilmente. Es fácil odiar, y el odio reúne a la gente detrás de algo en común; crea toda clase de fantasías, produce diferentes tipos de cooperación, como ocurre en la guerra. Pero el amor es mucho más difícil. Usted no puede aprender el modo de amar, pero lo que puede hacer es observar el odio y desecharlo suavemente. No luche contra el odio, no diga que es horrible odiar a las personas; sólo observe por qué odia y deje que el odio se desprenda de usted; ignórelo, no es importante. Lo importante es no dejar que el odio eche raíces en nuestra mente. ¿Comprende? Nuestra mente es como la tierra rica, y si a cada problema que llega le damos el tiempo suficiente, este problema echa raíces como la mala hierba, y después tenemos la dificultad de arrancarla. Pero si no le damos al problema el tiempo suficiente para que arraigue, entonces no tendrá lugar para crecer y se marchitará. Si alentamos el odio, si le damos tiempo para que eche raíces y crezca y madure, se convierte en un problema enorme. Pero si cada vez que el odio surge usted lo deja pasar, descubrirá que la mente se vuelve muy sensible sin ser sentimental; por lo tanto, conocerá el amor. La mente puede perseguir sensaciones, deseos, pero no puede perseguir el amor. El amor tiene que llegar a la mente. Y una vez que el amor está ahí, no existe en él la división de amor sensorio y amor divino: es amor. Eso es lo extraordinario que hay con respecto al amor: es la única cualidad que trae completa comprensión de la totalidad de la existencia.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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