¿No existe el miedo espontáneo? ¿Llamaría usted miedo a eso? Cuando usted sabe que el
fuego quema, cuando ve un precipicio, ¿es miedo alejarse? Cuando se aparta ante un animal salvaje, una serpiente, ¿es eso miedo, o es inteligencia? Esa inteligencia puede ser el resultado del condicionamiento, porque usted ha sido condicionado a los peligros de un precipicio, de otro modo podría caer, y ello sería el final. Esa inteligencia le advierte que tenga cuidado; ¿es miedo esa inteligencia? ¿Pero es ésa la inteligencia que funciona cuando nos dividimos en nacionalidades, en grupos religiosos? Al dividirnos entre “tú” y “yo”, “nosotros” y “ellos”, ¿actuamos con inteligencia? Lo que opera en esta división, lo que ocasiona peligros, lo que separa a la gente, lo que provoca guerras, ¿es inteligencia en acción, o es miedo? Eso es miedo, no inteligencia. En otras palabras, nos hemos fragmentado; una parte de nosotros actúa, si es necesario, inteligentemente, como cuando evitamos un precipicio o un autobús que pasa, pero no somos lo bastante inteligentes para ver los peligros del nacionalismo, los peligros de la división entre los seres humanos. De manera que una parte de nosotros una parte muy pequeña- es inteligente, y el resto no lo es. Donde hay fragmentación tiene que haber conflicto y miseria; la esencia misma del conflicto es la división y la contradicción en nosotros mismos. Esa contradicción no puede ser integrada. Una de nuestras ideas más peculiares es la de que debemos integrarnos a nosotros mismos. No sé lo que eso realmente significa. ¿Quién es el que va a integrar las dos naturalezas divididas y en oposición? ¿No es parte de esa división el propio integrador? Sin embargo, cuando uno ve la totalidad de ello, cuando la percibe sin opción alguna, entonces no hay división.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .