Allí debáis vivir vuestra propia vida, obedecer a vuestra propia Voz, hallar a vuestro Maestro

y vuestro propio aliento de vida. Esta es la única ambición valedera. Entonces podréis ser del mundo y entregaros al mundo, porque vuestra alma y vuestro cuerpo, vuestra mente y emociones estarán henchidos de Eternidad, y podréis entregaros sin vacilación, sin restricción alguna. Cuanto más adelantéis, mayormente habréis de cultivar este espíritu. No podréis ser felices hasta que hagáis a otros felices, y sólo podréis hacer felices a otros si entráis en este Reino, si habéis obedecido, si habéis escuchado el susurro de la Voz de lo Eterno. Sólo así podréis guiar a la gente, sólo así podréis darle felicidad y alentarla en la lucha por la nobleza, estimularla para que escuchen sus propios murmullos de Divinidad. Al luchar sufrirán, pero todo sufrimiento y toda lucha son parte del proceso hacia la cumplida hazaña, y esta hazaña es el hallazgo de la Felicidad. Esta es la verdadera brisa de las montañas que os embriaga de Eternidad y os infunde la inmensa fortaleza para estar solos.

Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .

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