La entrada en este sendero le convierte en un discípulo (chela) en expectación de prueba.
Uno de los Maestros le acoge bajo su guarda, reconociéndole como hombre que se aparte del camino ordinario de la evolución para buscar al Instructor destinado a guiar sus pasos a lo largo del áspero y angosto sendero. El Instructor le espera en la entrada y, sin embargo, el neófito no conoce a su Maestro; pero este conoce sus esfuerzos, guía sus pasos, le coloca en las condiciones más adecuadas para favorecer su progreso y vela por él con la tierna solicitud de una madre, con la prudencia que nace de la perfecta intuición. El camino puede parecer solitario y sombrío, pero “un amigo más íntimo que el mejor de los hermanos” está siempre allí, y el alma recibe directamente los socorros que los sentidos no perciben.
Annie Besant . La sabiduría antigua .