Un escritor muy conocido intervino en nuestra conversación y, yendo más allá de lo circunstancial,
comenzamos a hablar de cosas serias, del sufrimiento humano, de la increíble mitología de la Iglesia y de la explotación del hombre durante tantos siglos mediante una idea que él llama la Verdad, Dios; y también hablamos de las diversas divisiones políticas que el escritor, como comunista, sostenía que eran la única solución. Preguntamos si el sufrimiento, el conflicto de los celos en el amor, el afán posesivo y la demanda de poder y posición pueden ser resueltos por un dictamen político. “¡Oh!”, dijo él, “yo no sufro, ellos están sufriendo; esto es el amor, este conflicto, estos celos, este antagonismo y este temor... sin esto el amor no existe”. Justo entonces la voz en el altoparlante dijo que debíamos abordar nuestro vuelo. Pronto nos elevamos a treinta mil pies, y debajo de nosotros estaba el Monte Blanco y, en seguida, Génova, Florencia y las curvadas bahías del azul Mediterráneo. Era un bello día, claro, resplandeciente, lleno de luz.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .