Seguidamente procedimos a relatar lo que parece un cuento de hadas. Nos imaginamos al ser

humano como un átomo, y vimos la semejanza de ambos y que atrae y man¬tiene dentro de su esfera de influencia, la materia de sus cuerpos físico, emocional y mental, del mismo modo que los electrones se mantienen girando alrededor de su punto focal central. Fue factible expandir aún más la idea y fija¬mos nuestra atención sobre el planeta, imaginándolo de na¬turaleza análoga a la del átomo humano y al del ultérrimo átomo de sustancia, que sólo es la expresión de una vida que se manifiesta por medio de una forma esferoidal y lleva a cabo un propósito inteligente. Entonces llegamos a la culmi¬nación, consideramos al sistema solar como un átomo cósmi¬co energetizado por la vida del Logos. Por lo tanto, hemos considerado cuatro clases de átomos: Primero, el átomo químico y físico. Segundo, el átomo humano u hombre. Tercero, el átomo planetario, energetizado por el Logos planetario u Hombre celestial y Cuarto, el átomo solar habitado por el Logos o Deidad solar.

Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .

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