Veámoslo derramando las cuatro primeras copas sobre la tierra, sobre los ríos y sobre el

sol, para llevar a cabo la disolución de la región fantástica e ilusoria que lo retiene en las tinieblas y para hacer «que los hombres que tengan el signo de la bestia sean azotados por una plaga maligna y peligrosa, que el mar se convierta como la sangre de un muerto, que los ríos y las corrientes de agua se conviertan en sangre y los hombres, abrumados por un calor devorador, blasfemarán el nombre de Dios, que tiene en su poder sus heridas, negándose a hacer penitencia para darle gloria. La quinta copa se desparramará por el trono de la bestia y su reino se hará tenebroso. La sexta copa se verterá sobre el gran río Eufrates y su agua se secará para abrir el camino a los reyes que deben venir de oriente. La séptima copa se tirará al aire y se dejará oír una voz potente del templo, como desde un trono, que dirá: ya está hecho».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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