El Hombre Eterno, él Yo individualizado, es el verdadero actor en cada uno de los
cuerpos que le envuelven. Su presencia da el sentimiento del Yo tanto al cuerpo como al intelecto, y el Yo es el principio que posee conciencia y por ilusión se identifica con aquél cuerpo en que despliega más activamente sus energías. Para el hombre sensual él Yo es el cuerpo físico y el cuerpo de deseo; saca de ellos su gozo y los considera como a sí mismo porque su vida está en ellos. Para el sabio, él Yo es la inteligencia, porque en el ejercicio de ella encuentra su alegría y en ella concentra su vida.
Annie Besant . La sabiduría antigua .