Justo por la mañana cuando el sol no ha salido por el horizonte -todo está

en silencio y la naturaleza está profundamente dormida; los árboles están dormidos, los pájaros están dormidos, el mundo entero está dormido, tu cuerpo también esta dormido- ¬siéntate bajo un árbol. Todo está en silencio. Trata de estar aquí en este momento. No hagas nada, ni siquiera medites. No hagas ningún esfuerzo. Tan sólo cierra tus ojos, permanece en silencio, en este silencio de la naturaleza. De repente tendrás el mismo vislumbre que te ha estado llegando a través del sexo; o incluso mayor, más profundo. De repente sentirás un estallido de energía fluir dentro de ti. Y ahora no podrás engañarte porque no existe el otro; con toda certeza surge de ti. Ciertamente fluye desde tu interior. Nadie más te lo está dando; te lo estás dando a ti mismo. Pero es necesaria esa situación: un silencio, una energía tranquila. Sin hacer nada, simplemente estando bajo un árbol. Y tendrás el vislumbre. Y esto no será realmente un placer; será la felicidad, porque ahora estás buscando en la dirección correcta, en la fuente correcta. Una vez lo sabes, entonces, a través del sexo, de inmediato, reconocerás que el otro era solamente un espejo, que tú simplemente te reflejabas en él o en ella. Y tú eras el espejo para el otro. Estabas ayudando al otro a estar en el presente, a alejarse de la mente pensadora, a ir hacia un estado de ausencia de pensamiento.

Osho . Yoga: La Ciencia Del Alma Vol 1 .

Índice