Si la mente y el cerebro son una sola cosa, entonces, ¿por qué cuando surge
un pensamiento o un impulso que el cerebro nos dice que es feo, la mente continúa en ello con tanta frecuencia? ¿Qué es lo que realmente ocurre? Si un alfiler pincha su brazo, los nervios llevan la sensación al cerebro, el cerebro la traduce como dolor, y entonces la mente se rebela contra el dolor, y usted saca el alfiler o hace alguna otra cosa al respecto. Pero hay algunas cosas con las que la mente continúa aun cuando sepa que son feas o estúpidas. Ella sabe lo esencialmente estúpido que es el fumar, y sin embargo continúa fumando. ¿Por qué? Porque le gustan las sensaciones del fumar, y eso es todo. Si la mente percibiera la estupidez del fumar con la misma agudeza con que percibe el pinchazo del alfiler, dejaría de fumar inmediatamente. Pero ella no quiere ver eso con claridad, porque el fumar se ha vuelto un hábito placentero. Lo mismo ocurre con la codicia o la violencia. Si la codicia fuera para ustedes tan dolorosa como el pinchazo del alfiler en el brazo, dejarían de ser codiciosos al instante, no filosofarían al respecto; y si estuvieran realmente alertas al significado pleno de la violencia, no escribirían volúmenes acerca de la no violencia lo cual no tiene sentido porque no lo sienten, sólo hablan al respecto. Si comen algo que les produce un violento dolor de estómago, no siguen comiendo eso, ¿verdad? Lo desechan inmediatamente. De igual manera, si alguna vez se dieran cuenta de lo ponzoñosas que son la ambición y la envidia, tan perversas, crueles y mortales como la picadura de una cobra, entonces estarían alertas a la ambición y la envidia. Pero, ya lo ve, la mente no quiere mirar estas cosas con demasiada atención; en esta área tiene intereses creados, y se niega a admitir que la ambición, la envidia, la codicia, la lujuria, son ponzoñosas. Por eso dice: “Discutamos sobre la no codicia, la no violencia, tengamos ideales” y mientras tanto, prosigue con sus venenos. Descubra, pues, por sí minino, qué corruptoras, ponzoñosas y destructivas son estas cosas, y pronto se desprenderá de ellas; pero si meramente dice: “No debo” y sigue como antes, está jugando a ser un hipócrita. Sea una cosa o la otra, frío o caliente.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .