Y así, sentado en el automóvil mientras aguardaba a alguien, con el cálido sol en

los rostros de todos, uno miraba a todas esas personas y se preguntaba qué pasó con la humanidad. Los jóvenes caen en una rutina tanto como los viejos. Cambian las modas y así cambian también los hábitos arraigados. Pero estar preso en cualquier tradición, en cualquier condicionamiento, no da a la mente esta extraña condición de elasticidad. De nuevo, esa palabra necesita explicación. La mente, o la conciencia, puede expandirse con grandes conocimientos, con la experiencia, con el sufrimiento o con una gran felicidad. El placer no ayuda a la elasticidad de la mente; la felicidad lo hace. Pero la persecución de la felicidad, o la persecución del disfrute que se convierte en placer, impide cualquier clase de libertad, de rapidez y elasticidad mental. Como dijimos, la mente puede moverse de técnica en técnica, de trabajo en trabajo, de acción en acción, de una creencia a una nueva ideología, pero esto no es realmente elasticidad. Mientras la mente esté atada o ligada a cualquier punto, a cualquier experiencia o conocimiento, no puede ir muy lejos. Y como el contenido de la conciencia compone la conciencia, el mismo contenido impide la libertad, la rapidez, el maravilloso sentido del movimiento. El contenido de la conciencia se convierte en interés propio. El contenido puede ser la importancia que usted da a un mueble o a alguna técnica o a alguna creencia o experiencia; esa experiencia, ese conocimiento, ese incidente se vuelven el centro del interés propio. Vaciar la conciencia de todo su contenido es tener un movimiento total en percepción y acción.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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