Para cooperar en nuestra curación, la verdad tiene un medicamento real, que notamos físicamente en

nosotros cuando considera oportuno administrár- noslo. Este medicamento está compuesto de dos ingredientes, dependiendo de nuestra enfermedad, que es una complicación del bien y del mal que conserva- mos del que no supo evadirse del deseo de conocer esta ciencia fatal. Este medicamento es amargo; pero es precisamente su amargura lo que nos cura, porque esta parte amarga, que es la justicia, se une a lo que está viciado en nuestro ser para devolverle la rectificación. Entonces, lo que hay en nosotros de regular y de vivo se une, a su vez, a lo que hay de dulce en el medicamento y se nos devuelve la salud.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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