En todos los países de la antigüedad estaba consagrado el zafiro a la Luna, y
los budistas tenían esta preciosa piedra en muchísimo respeto, no derivado de la superstición, sino con sólido fundamento científico. Atribuyen los budistas al zafiro virtudes mágicas, por cuanto su color azul obscuro determina fenómenos sonambúlicos, según puede observar cualquier estudiante de hipnotismo. Esto se deriva de la hasta hace poco tiempo no advertida influencia de los colores del prisma y especialmente del azul en el crecimiento de las plantas. Según ha demostrado el general Pleasonton, después de muchas discusiones académicas sobre la potencia calorífica de los rayos solares, los azules son los más eléctricos y su influencia favorece en mágicas proporciones el crecimiento de plantas y animales. Por otra parte, las investigaciones de Amoretti sobre la polaridad eléctrica de las piedras preciosas demuestran que el diamante, el granate y la amatista son electro-negativos, al paso que el zafiro es electro-positivo (20). Todo esto nos mueve a reconocer que las modernas ciencias experimentales corroboran cuanto acerca del particular conocían los sabios de la India, muchísimo antes de la fundación de las academias europeas.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .