Examinemos el papel ritual de los dos niños y el sacrificio a los hornos. Las

cabezas de pollo enterradas bajo el hogar pueden representar un sacrificio de sustitución. Las tradiciones chinas nos suministran importantes aclaraciones al respecto. Recordemos que Yu el Grande, minero afortunado, goza también de la reputación de haber fundido las nueve calderas de los Hia, que aseguraban la unión de lo Alto y lo Bajo n. Las calderas eran milagrosas: se trasladaban de sitio por sí mismas, podían hervir sin que se las calentase y sabían reconocer la virtud (uno de los grandes suplicios consistía en hacer hervir al culpable) (Granet, p. 491, número 2). Cinco de las calderas de Yu correspondían a yang y las otras cuatro a yin (ibíd., p. 496). Por tanto, constituían una pareja, una unión de los contrarios (cielo-tierra, macho-hembra) y eran al mismo tiempo imagen de la totalidad cósmica. Como ya hemos visto, los metales eran clasificados también en machos y hembras. En la fusión participaban muchachos y muchachas vírgenes, y ellos eran los que arrojaban agua sobre el metal al rojo (ibíd., p. 497). Ahora bien, si el temple de una espada era considerado como una unión del fuego y el agua (ibíd., p. 498), si la aleación era considerada asimismo como un rito de matrimonio (p. 499), el mismo simbolismo iba implícito necesariamente en la operación de la fusión del metal.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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