Pero el que ha sentido el aguijón del deseo se lanza con valor a esta
carrera en la que va a verse rodeado de peligros y de fuerzas enemigas que lo van a asaltar día y noche. El ardor de la victoria no le deja ver la magnitud del peligro y de las fatigas. Está decidido a todo, porque sabe que las recompensas que le esperan lo abarcan todo. Por tanto, debe contar con que, al entrar en este desierto, se ven sometidas a prueba todas las facultades de su ser y con que no tiene ni una sola facultad, no sólo en su cuerpo, sino también en su alma y en su espíritu, que no deba sudar sangre y empapar las diferentes tierras a las que pertenecen estas diferentes facultades. Y esto sucede continuamente, hasta el día de la sepultura, porque, mientras permanezca en esta tierra de dolor, está en el reino de la mentira y el que domina en él no olvida nada para hacer que prospere su imperio.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .