«Os dejo la paz, os doy mi paz; pero no os la doy como la
da el mundo... Que vuestro corazón no se preocupe ni se asuste... Habéis oído que os he di- cho: me voy y vuelvo con vosotros». Nos deja la paz de la esperanza y esta paz es real, porque es la suya misma. No nos la da como la da el mundo, ya que la paz del mundo no es más que una oscuridad que nos lleva siempre por caminos tenebrosos para que no lleguemos nada más que a decepciones, mien- tras que la paz del consolador o del espíritu que nace en nosotros es una paz viva, una paz de fuego que cada día es más clara y que no debe terminar nada más que con el esplendor de la luz.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .