Además, se sentará día y noche en su trono, no saldrá de la sala de

audien- cia, hasta que los decretos que se produzcan hayan sido llevados por fieles mensajeros hasta los confines de sus posesiones y de su imperio particular, hasta que estos decretos hayan sido recibidos con temor por los pueblos culpa- bles y tenga el testimonio auténtico de que estos decretos han producido su efecto y se han ejecutado. El cetro se debilitaría si no se cumpliese la obra. El hombre debe vigilar y no respirar nada más que para el triunfo de la ley y, si quiere que la autoridad no pierda el respeto que se le debe, es preciso que no ordene nada en vano.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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