La mañana era bellísima; sentado en la playa uno observaba los pájaros, el cielo, y

escuchaba el sonido distante de los automóviles que pasaban; uno iba y volvía con el flujo y reflujo del agua; se iba lejos y regresaba nuevamente este perpetuo movimiento que va y viene y viene y va... La vista alcanzaba hasta el horizonte donde el cielo se encuentra con el mar. Era una bahía muy grande, con aguas color azul y blanco y con las diminutas casas que la rodeaban por completo. Y detrás de uno estaban las montañas, hilera tras hilera de montañas. Observando sin un solo pensamiento, sin ninguna reacción, observando sin identidad sólo ese infinito observar- en realidad no está uno despierto, está ausente, no se encuentra del todo ahí; uno no es ‘uno’, pero observa. Observando los pensamientos que surgen y luego se desvanecen, pensamiento tras pensamiento, el propio pensamiento se vuelve consciente de sí mismo. No existe un pensador que observe al pensamiento, el observador es el pensamiento.

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

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