Cuando la lluvia cae con fuerza, los dayaks tienen la certidumbre de que es «masculina».
En cuanto a las aguas cósmicas, vemos que el libro de Enoch las divide de este modo: «El agua superior representará el papel del hombre; la inferior, el de la mujer» (Lili, 9-10). Un pozo alimentado por un arroyo simboliza la unión del hombre y la mujer (Zohar, fol. 14 b, 11-152). En la India védica, el ara de los sacrificios (vedi) era considerada como «hembra», y el fuego ritual (agni), como «macho», y «su unión engendraba la progenie». Nos encontramos ante un complicado simbolismo que no se reduce a un solo plano de referencia. Porque, por una parte, el vedi era asimilado al ombligo (náhbi) de la tierra, símbolo por excelencia del «centro», Pero el náhbi era valorado también como la «matriz» de la diosa (cf. Zatapatha Bráhmana, 1, 9, 2, 21). Por otra parte, el propio fuego era considerado como resultado (progenie) de una unión sexual. Nacía como resultado de un movimiento de vaivén (asimilado a la copulación) de un palillo (que representa el elemento masculino) sobre una muesca hecha en un trozo de madera (elemento femenino) (cf. Rig Veda, III, 29, 2 y ss.; V, 11, 6; VI, 48, 5). Este mismo simbolismo se halla en buen número de sociedades arcaicas. Pero todos estos términos sexuales traducen una concepción cosmológica basada en la hierogamia. Es partiendo de un «centro» (ombligo) como se verifica la creación del mundo, y de este modo, imitando solemnemente este modelo ejemplar, toda «construcción» o «fabricación» debe operarse a partir de un «centro». La producción ritual del fuego reproduce la creación del mundo. Por esto es por lo que al terminar el año se extinguen todos los fuegos (reactualización de la Noche cósmica), que vuelven a encenderse el día del Año Nuevo (repetición de la Cosmogonía o renacimiento del Mundo). El fuego no pierde, por tanto, su carácter ambivalente: es unas veces de origen divino y otras demoníaco (pues según algunas creencias arcaicas se origina mágicamente en el órgano genital de las hechiceras). Y sobre esta ambivalencia habremos de insistir antes de presentar los prestigios del forjador.
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .