Piensa, por lo menos, en tu propia segundad. Convéncete de que un vasto incendio repentino
acaba de encenderse en tu morada; piensa que este incendio debe durar hasta que no quede el mínimo vestigio de tu habitación, ya que la ha construido el mismo fuego que la quema. Haz entonces lo que se hace en los incendios de los edificios construidos por la mano del hombre: sacan enseguida los muebles y cogen las joyas, el oro y los títulos importantes, para evitar la miseria que les amenaza.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .