Cuando vayas al templo, siguiendo tu costumbre, y encuentres pobres lisiados, los mirarás para juzgar

su fe y cuando, por el movimiento interior del espíritu, creas que puedes emplear tus riquezas en su favor, les dirás: No tengo oro ni plata, pero os doy todo lo que tengo. Curaos, en el nombre del reparador, y marchaos. Entonces se levantarán, se mantendrán con firmeza sobre sus pies y entrarán contigo en el templo, andando, dando saltos y alabando a Dios.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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