El origen de los jesuitas comienza con la propia historia del fundador san Ignacio de
Loyola (1491-1556). El guipuzcoano crearía la Compañía de Jesús con un claro objetivo: el de ser la nueva militia christiana ante la agitación protestante de la época. La denominación jesuita llevaba utilizándose en Europa desde el primer cuarto del siglo XVI, en un principio de forma despectiva. La primera vez que se asocia el término jesuita con los religiosos de la Compañía de Jesús es en 1544, fundamentalmente en las regiones del norte de Europa. A raíz de la labor educativa de la orden el término se propagaría rápidamente por toda Europa, dejando en el olvido otras denominaciones como teatinos o jesuinos. Uno de los primeros historiadores de la orden, que contribuiría decisivamente a la consolidación del término, sería Nicolo Orlandini, en su famosa obra Historia Societatis Iesu. Otras obras posteriores como es el caso del Catalogo degli ordini religiosi della Chiesa militante de Filippo Bonanni sentarían las bases de la imagen jesuitica. Con respecto al fundador de la orden, las biografías de san Ignacio de Loyola fueron muy abundantes desde mediados del siglo XVI. Autores como Pedro Ribadeneyra, Giovanni Pietro Maffei o Juan Eusebio Nieremberg, además de proporcionar abundantes datos biográficos, intentan plasmar la vera effigies del fundador. El origen y posterior consolidación de los jesuitas, sin embargo, no estarían completos sin tratar someramente dos de los pilares básicos que conformarán el tremendo éxito de la orden: por un lado su vinculación a la enseñanza, y en segundo lugar la rígida estructura jerárquica y normativa de la orden. Con respecto a la enseñanza destaca la gran obra jesuítica Ratio Studiorum, mientras que la estructura jesuítica se basará en las Reglas y Constituciones.
Athanasius Kircher . La Ciencia del Siglo XVII .