Esta mano benefactora es la que le abre a continuación los ojos para hacerlo testigo

de las maravillas de su sabiduría y de su poder y se encarga de proporcionarle los cuadros adecuados para la juventud de su vista y la debilidad de sus órganos, pero, cuando ya tiene los ojos abiertos a todas las riquezas de la mano divina que le proporciona todos estos tesoros, ya no puede retirar su mirada y, al cabo del tiempo, llega a distinguir aun mejor el valor de la riqueza.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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