¿Por qué roban los adultos? ¿Acaso ustedes no roban a veces? ¿Nunca has sabido de
un niño pequeño que roba algo que desea de otro niño? Es exactamente lo mismo durante toda la vida, tanto si somos jóvenes o viejos, sólo que las personas mayores lo hacen más astutamente, con un montón de palabras que suenan bien; desean riqueza, poder, posición, y disimulan, maquinan, filosofan para conseguir lo que desean. Roban, pero a eso no se le llama robar, se le aplica algún nombre más respetable. ¿Y por qué robamos? En primer lugar, porque tal como ahora esté constituida la sociedad, ésta priva a mucha gente de las necesidades de la existencia; ciertos sectores de las masas tienen insuficiente comida, ropa y albergue; por lo tanto, hacen algo al respecto. También están los que roban no porque les falte comida, sino porque son lo que se llama antisociales. Para ellos el robar se ha vuelto un juego, una forma de excitación lo cual implica que no han tenido una verdadera educación. La verdadera educación consiste en comprender el significado de la vida, no en el mero cargarse de informaciones para aprobar los exámenes. Existe también el robo a un nivel más alto: robar las ideas de otras personas el robo del conocimiento. Cuando corremos tras el “más” en cualquiera de sus formas, obviamente estamos robando. ¿Por qué siempre estamos pidiendo, mendigando, deseando, robando? Porque dentro de nosotros mismos no hay nada; internamente, psicológicamente, somos como un recipiente vacío. Estando vacíos, tratamos de llenarnos, no sólo robando cosas, sino imitando a otros. La imitación es una forma de robo: uno mismo es nadie, pero el otro es alguien, de modo que uno va a obtener algo de la gloria del otro copiándolo. Esta corrupción se extiende a lo largo de toda la vida, y son muy pocos los que se libran de ella. Lo esencial, pues, es descubrir si la vacuidad interna puede llenarse alguna vez. En tanto la mente esté procurando llenarse a sí misma, seguirá con su vacuidad. Cuando la mente no se interesa más en llenar su propia vacuidad, sólo entonces esa vacuidad cesa de existir.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .